Tanto el blues como el flamenco pueden ser buenas metáforas del "viaje" de la vida.

Uno de los mejores grupos españoles de los 80 y de todas las épocas fue Pata Negra , donde se hermanó el blues, el rock y el flamenco de la forma más natural posible, desde la calle.
El blues, el jazz y también el flamenco son formas de expresión que reflejan una queja o un estado de ánimo, una declaración de infortunio, pero se trata también de una invitación a la esperanza, el tránsito hacia otro estado, la plenitud del porvenir o de regreso. Es la nostalgia o el dolor de pérdida, pero también es el intento de recuperar lo perdido a través de la esperanza. Tanto el blues como el flamenco pueden ser buenas metáforas del "viaje" de la vida. En la emoción que expresan late siempre la poesía del viaje, una desolación quejumbrosa y una esperanza de búsqueda sin destino. Suele decirse que sus ritmos imitan el de un tren lento y arcaico, o el del viaje por un río, o de caminata obstinada. Tanto el flamenco como el blues siempre han sido artes expresivas dotadas de una inagotable capacidad de improvisación y de libertad interpretativa. En este sentido, entendemos que sus letras y su música nos aportan claves referenciales cargadas de valores que nos permiten interpretar y entender aquellos temas que tanto nos preocupan a los seres humanos.
Así, no es extraño que el blues haya seducido con su magia y su profundidad a la literatura, al cine, a la pintura y a las demás artes. Sus historias, tiernas y violentas, han sido retratadas en obras memorables: poemas donde detrás de la voz del poeta escuchamos el auténtico sonido de un saxo, una guitarra o una garganta rota. De todo ello, del blues y del flamenco como manifestación musical y de su importante influencia sobre el arte y la vida, hemos querido dejar constancia en el presente trabajo.